¿Por qué deberías visitar el Palacio de Buckingham?
Si tienes pensado visitar Londres y albergas dudas sobre si merece o no la pena visitar este monumento, permítenos decirte, ¡tienes que ir! Este imponente edificio es uno de los símbolos más poderosos de la historia y la tradición del Reino Unido y te vamos a contar por qué visitar el Palacio de Buckingham a través de algunos de sus datos más relevantes y alguna que otra curiosidad.
Motivos para visitar el Palacio de Buckingham
Es uno de los palacios reales más grandes del mundo
No todos los días se puede caminar junto a un edificio de más de 77.000 metros cuadrados que sirve de residencia real, lugar de recepciones oficiales y símbolo del poder monárquico británico. El Palacio de Buckingham es uno de los más grandes del mundo, a la altura de obras maestras como Versalles, El Escorial o el que sí es el más grande: el Palacio Real de Caserta en Nápoles. Además, su ubicación en el centro de Londres lo convierte en uno de los palacios más fáciles de visitar del mundo, ¡no tienes que desplazarte fuera de la ciudad!
Es como una ciudad en miniatura
Y hablando de ciudades, Buckingham Palace en sí es como una pequeña ciudad. Con más de 775 habitaciones, incluyendo 19 salones de Estado, 52 habitaciones reales y de invitados, y 78 baños, ofrece una magnitud difícil de imaginar. Este enorme edificio alberga además oficinas, comedores, salas de música y hasta su propia oficina de correos, clínica y comisaría.
¿Sabías que incluso cuenta con un cine privado y una piscina cubierta? Eso lo convierte no solo en un monumento de valor histórico, sino en un ecosistema funcional por derecho propio, porque, además, algunos de sus más de 800 trabajadores residen allí.
Vive una experiencia histórica
Pocas ceremonias despiertan tanto interés como el famoso Cambio de Guardia británico. Se celebra frente a las puertas del palacio y es una de las tradiciones más antiguas del Reino Unido. Esta ceremonia militar es un espectáculo gratuito que podrás ver al visitar el Palacio de Buckingham, pero comprueba el calendario oficial, pues, dependiendo de la época, no se realiza todos los días.
Con sus uniformes rojos y sus altísimos gorros de piel de oso, los guardias marchan al ritmo de la banda militar mientras cientos de visitantes observan y fotografían este ritual que parece (y está) sacado de otra época. Cada movimiento sigue un protocolo centenario, y aunque parezca solo una atracción turística, tiene una función militar real: la entrega del control de la seguridad del palacio.
¿Te imaginas coincidir con el rey?
Aunque no se puede garantizar, hay ocasiones en las que los visitantes pueden coincidir con el monarca en Buckingham. Obviamente, verlo es muy difícil a no ser que se asome al famoso balcón a saludar. Desde la coronación del rey Carlos III, la presencia real ha retomado protagonismo, y si ves ondear la Royal Standard (la bandera real) en lo alto del palacio, eso significa que el rey está dentro. Si, por el contrario, observas la Union Jack, es decir, la bandera de Reino Unido, no está en el Palacio.
King’s Gallery: arte y tesoros que se renuevan cada año
Otro motivo esencial para visitar el Palacio de Buckingham es su excepcional colección artística, una de las más impresionantes del mundo: la Royal Collection. Esta colección incluye pinturas de artistas tan importantes como Rembrandt, Vermeer, Rubens, Van Dyck y Canaletto, así como esculturas, mobiliario, porcelanas, tapices, vestidos y joyas que han sido adquiridas por la monarquía a lo largo de los siglos.
Lo más interesante es que cada año, durante el verano, los State Rooms del palacio se abren al público como parte de una exposición especial donde se muestran nuevas piezas de la colección. Esto significa que aunque ya lo hayas visitado antes, siempre hay algo nuevo por descubrir.
Un interior decorado para soñar
Entrar en el Palacio de Buckingham es adentrarse en un mundo de elegancia absoluta. Cada habitación está cuidadosamente diseñada para reflejar siglos de sofisticación, todo el espacio del palacio parece sacado de un cuento de hadas. Las molduras doradas, los techos pintados, los tapices centenarios y las lámparas de araña de cristal nos transportan a una época pasada donde el protocolo y la estética iban de la mano.
Además, el jardín real —que ocupa unas 17 hectáreas— es otro de los grandes atractivos. Durante las visitas de verano se puede recorrer parte de este espacio natural que alberga más de 350 especies de flores silvestres, un lago, y hasta una pista de tenis. Será como viajar al pasado.
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